transparencia
A esta hora mis silencios programáticos son ya corales espiralados por lustros. Cónicos, abyectos siempre en el fondo. Son de aroma que ahoga, han ido construyendo tumbas rociadas de arena y espuma. Retoñan a mi sorpresa, cuando menos lo espero; codician el sol pero sólo lo miran fragmentado, regando disperso y sin entusiasmo.
Las palabras nadan encerradas en medusas. Mezclo. Descifro. Las pongo contra la ventana para poder verlas en su total transparencia; no queda ninguna frente al sol. Son castillos de arena frente a la marea. Enmudecen con la noche y se me pierden entre las sábanas. Yo no sé a qué responde su efervescencia seguida de un lánguido grito de evaporación, de un breve susurro que te dicta una verdad a penas sostenida por alfileres. En tu lengua se enfilan junto a tantas otras letras roncadoras y olvidadas, esperando despertar junto contigo. Por fin tu voz será un estruendo de luciérnagas ajenas al vació del agua, sería brillante. Sería. Seria.
Salir del marasmo, del asombro subrepticio, contribuir al ruido. Vaciar rodajas de limas, escurriendo en todas las manos. Una reconquista de la transparencia que sólo sueño pero sé que existe.
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