A las cinco
Eterno retorno redondo; ya no bailas calamares de tus pies. Dijiste que eran nuestros los días por venir, prometedores y pastoril-bucólicos.Te encontré cabeceando con mi nombre sobre tu nuca; nunca vi tan nulo el olor de mi paciencia. Nada somos con los ojos cerrados. Nadamos. Esparcimos uñas y saliva entre besos y arañazos como si con eso despertaramos más cerca. El tiempo no se pierde, es uno quien se queda atrás. Creyendo que las posibilidades no nos pertencen "desde el azul del sueño" y hasta el gris del nuevo día. Nos quitamos la voz a mordidas y encontramos una piel más brillante, pero impenetrable. Calmas al triste encierro maromero con asíndotas cercanas al ridículo. Que se pudran Juana, Remedios y Ángeles no son ellas quien respiran nuestro aire. Queremos evaporarnos entre las espinas frágiles de nuestra incipiente ofensiva. Que sirva... hasta el ripio. |
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