domingo, agosto 21, 2005

Bach

Los días se resumen en mis manos heladas. Mi cabello crece sin darme tiempo de decidir si eso es lo que quiero. Creo que hace mucho que no me veo al espejo como antes. Me gusta quedarme mucho tiempo observando las arrugas de mi rostro cuando cambio de gestos o cuando levanto una ceja, sólo verme durante mucho rato. Después de unos minutos de auto-examen uno no puede evitar cuestionar todo lo que nos hace reconocernos físicamente. En mi caso, hasta el negro de mis ojos se vuelve indeciso y podría jurar que cobra un tono más acuoso; es como si todo en mi cara pudiera sintetizarse en mis ojos.
Me gusta Bach, me encanta Bach es como una creciente recaída. Como algo que tropieza con brusquedad y se queda flotando suavemente. Creo que todas mis descripciones musicales son intercambiables, es decir, me parece que toda la música podría describirse de la misma forma porque todo lo que percibimos son los contrastes de "tempo", ritmo, tono, etc. La música que vale la pena debe ser una agresión hacia el silencio, debe atentar directamente con una estrategia eficaz e impredecible. Lo que opino sobre disfrutar a la música puede compararse con mis argumentos sobre el enamoramiento: no cualquiera se enamora y estoy casi convencida de que no todo el mundo está dispuesto a entregar la parte alta de su estomago y arriesgarse a sentir una opresión en el pecho por unos simples acordes. Por alguna razón siempre puedo convencerme de que las notas se emiten sólo para que yo las escuche y esta soberbia posición me permite disfrutarlas todavía más.
Amar es igual, supongo. Uno se convence de ser el único en sentirse así y disfruta de esa incomprensión y de sentirse alienado hasta cierto punto, alejándose del mundo práctico para vivir con los dioses. Uno se cree que de verdad existe el destino y que podemos soltarnos y "dejarnos llevar" bajando la guardia y olvidando al sentido común porque creemos que algún designio superior se está haciendo cargo.
Siempre cierro los ojos y aprieto los párpados mientras escucho a Bach. Me quedo quieta, atenta a cualquier reacción en mi cuerpo, a veces podría jurar que mis oídos palpitan como si algo quisiera salir de ellos. Hay quienes dicen que pueden imaginar cosas , yo nunca he podido; no me viene nada a la mente al contrario siento que las ideas se me escapan. Es como si algo me desalojara... me siento bien.
Invariablemente, sin embargo, la música termina. Aflojo párpados, dejo salir al aire comprimido detrás de mis costillas... y abro los ojos.

1 Comments:

Blogger Estándar dijo...

Blah.. get it over it..it aint gonna be pretty if i have to drag u out of wherever u are making urself be.. valga la redundancia de tus.

lunes, agosto 22, 2005  

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