El mundo es de mi tamaño.
(La lluvia se me ha metido hasta en los zapatos; sé que hay muchas situaciones peores y sin embargo este embarazoso aspecto de fideo fuera de contexto me parece atroz.)
¿Cómo se puede concebir siquiera que alguien como yo pueda ayudar a cualquiera? ¿De qué forma podría yo serle útil a alguien? Recientemente escuché a una amiga mía quejándose de sus alumnos de prepa que osaron preguntarle "¿y a mí para qué diantres me sirve la literatura?" entiendo el desconcierto que puede generarnos esta suerte de cuestionamientos pero creo que justo ahí radica la tremenda importancia de la literatura: no tiene que servir para nada (!). ¿En qué momento se nos ha metido en la cabeza la noción de que toda disciplina debe proveer resultados cognoscibles, transmitibles y buscar la alcanzar la aberrante categoría de "verdad absoluta"? Para algunos puede resultar contradictoria mi postura actual, siendo como soy completamente cartesiana, sin embargo y a reserva de una posible retractación posterior, puedo afirmar en este momento que no hay nada más diluible y cómodo que las artes.
La literatura es tan fija y estable como cualquiera de nuestras "convicciones". Es así como uno no puede evitar la contaminación (si queremos verlo como algo negativo) en nuestro sistema de todo el resto de los sistemas. Aquí el único límite es, y aquí vuelvo a Descartes, la Razón (sí con mayúscula). Me explico: si todo aquello que creemos se convierte en un terreno inestable y resbaloso, en cualquier momento podemos admitir dentro de nuestros esquemas incluso a nociones absolutamente contradictorias con respecto a las originales nosotros no somos sino un "patchwork" terrible (y perdón por el anglisismo) al estilo Frankenstein gritando a nuestro creador para que nos aclare algo sobre nuestra identidad. Buscamos en la basura y entre los muertos con esperanza de que la genética o la teoría de la personalidad avance un poco más ya que nuestros gritos nunca son escuchados más que por algunos resquicios de místicos.
Nos es muy fácil concluir con la hermosa y democrática afirmación de "todos somos únicos y distintos" lo que a la manera gringa ha degenerado en toda una serie de categorías (WASP, spiks, etc.) mismas que han llevado a algunos a pensar en el relativismo como la mejor vía de convivencia (¿alguien le ha preguntado a los Kurdos su opinión al respecto?). Pero, a ver, aún si somos extremistas en ese sentido y llevamos al relativismo a su máxima expresión inevitablemente terminamos en el mismo terreno resbaloso de la indeterminación. Pongo un ejemplo: las vanguardias.
Para algunas vanguardias, como el dadaísmo, el punto innovador y trascendental, en su literatura al menos, era el sin-sentido. Aquí, y sólo aquí, haré referencia a Lukacs por ser quien supo deconstruir esas pretensiones de innovar diciendo que si las obras literarias debieran optar por el sin-sentido el significado de todas ellas vendría a ser exactamente el mismo en cada uno de los casos: el sin-sentido. Por lo cual aún cuando la pretensión fuese crear obras cada vez más experimentales y distintas a las anteriores a través del más subjetivo de los sistemas que pudo ocurrírseles encontramos que es precísamente allí (en lo más subjetivo) en donde los seres humanos tenemos más cosas en común.
Lejanos están los tiempos en donde podíamos creernos mitos personales del tipo "no hay nadie como yo". Sí, por supuesto que es imposible encontrar una réplica exacta de cualquiera de nosotros a lo que me refiero no es a lo evidente, a todos los aspectos en los que nos fijamos usualmente. Tenemos que virar nuestra perspectiva y dejar de ver sólo lo que en nosotros hay de diferente porque eso no ha generado otra cosa que genocidios, discriminación, megalomanía, holocaustos, etc. etc. etc.
Desde aquí ayudo no con la lástima de siempre, no con una bolsa de arroz ni con una conversación de repudio al gobierno... ofrezco mi total empatía y siento, no podría no hacerlo, simultáneamente mis pies igual de mojados.
1 Comments:
Donde andas? Ya postea no?
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