domingo, mayo 08, 2005

De regreso a la pubertad

"Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé"... así empieza el tango para concluir que ningun siglo ha sido tan atroz como el XX. Mi padre opina que Hitler habría estado buenísimo de no ser porque se le ocurrió matar a los judíos. Mi padre forma parte de la creciente tendencia social por creer que estaríamos mejor con un dictador (!). Yo no puedo sino escandálizarme y de alguna manera me siento de la misma forma que cuando alguien dice "vámonos a dar un baño de pueblo a visitar Cuetzalan": lo que tienen en común mi padre (más sus homólogos de opinión) y aquellos que creen que las blusas chiapanecas son "chic" es la ingorancia y la distancia a experiencias que permitirían una mejor opionión sobre los asuntos en cuestión.
Primero; para bien o para mal en México desde la revolución no hemos tenido que mandar a nadie a la guerra (salvo por el simbólico escuadrón 201 y los desafortunados chicanos en Iraq). Es un hecho que las economías de las naciones implicadas tanto en la primera y la segunda guerra mundial se vieron fuertemente beneficiadas por las mismas, ha sido una lección bien aprendida por los gringos (los llamo así porque ningún otro gentilicio les queda) quienes no dejan de darnos ejemplos de ello. De manera que, a mi juicio, estamos mucho mejor como tercer mundo que como nación generadora de idiotas y de billetes verdes.
Segundo; los indígenas no son un tema, sin embargo desde mi punto de vista no puedo acercármeles de otra forma, si lo intentara estaría desvirtuando su idiosincrasia y su discurso. El conflicto al que se enfrentan, en teoría, se soluciona a través de la educación, pero no es así de sencillo ya que es un asunto multifactorial que engloba elementos como la lengua, el discurso oficial (oficial ¿para quién?), intereses pólíticos, etc. Yo también volteo la mirada cuando me piden dinero en las esquinas, yo también desconozco su lengua (aunque dediqué un año a "intentar" comprender el nahuatl) y yo tampoco tengo idea de como lograr que vivan mejor.
Tercero; estudie con los gringos, me becó la Sra. Jenkins, tengo muchos amigos de ese país (pseudo-nación) y ciertamente tengo algunas cosas importantes que agradecerles. En general desprecio el "american-way-of-life" su televisión, su publicidad, su política de estado y su manía por distinguir a cada grupo social con una palabrita simpática (como "latino" o "spik")entre otras muchas cosas. A pesar de lo anterior, no puedo justificar una postura anti-gringa porque soy, aunque no he tenido opción, capitalista.
Todas estas cosas me molestan, sobre manera. Me molesta no poder establecer una postura sobre ninguna de ellas. Odio vivir a expensas de quienes tienen menos y odio quejarme de esto porque se lee como algo muy superficial. Uno trata de ser honesto, profundamente sincero con uno mismo y terminamos por darnos cuenta de que es una tarea imposible. Es muy poco lo que hay en cada uno de nosotros sobre lo que podemos ejercer control: traemos un programa genético por un lado, recibimos influencias durante la infancia maleable y por si fuera poco estamos constituidos y construidos a base de la contradicción.
Ser adulto es tener la capacidad de mentirse a uno mismo y creerse. Ser adulto es poder bajar la mirada a quien te necesita, encontrar placer en situación externas a nosotros (como la comida en exceso). Ser adulto es asqueroso.