martes, marzo 01, 2005

accidentes de memoria

Me duele un pie, y cuando eso sucede siento que no soy otra cosa más que ese pie adolorido. No me concetro en lo sincero de las palabras de nadie, ni en la caída del abánico de la gorda mujer que espera su transporte. No me interesa interrogarte sobre tu ausencia más reciente: que si llegaste tarde, que si no viste la hora, que si no pudiste llamar, que si no pudiste nada... Realmente duele. Duele el talon, duele el empeine y el dedo pequeño; me duele mi compulsión por seguir una música cada vez más cruel y ajena. Alma me enseñó que no debo ser masoquista en todo, sólo en esto. Ella nunca lo fue, ella dejó de ser siendo una pieza entera. Un accidente vascular cerebral (palabras que irónicamente suenan muy bien juntas)y una cama y una velorio. Me atravezó la noticia hace unos meses, mientras manejaba con una mano afuera del vidrio para sentir el aire. Después olvidé todo el asunto.
Hoy me duele mi pie y con eso he olvidado hasta el rojo de la pintura del auto que abollé. Olvidé la hora, olvidé el trabajo y el olor de mi cabello en las mañanas. Olvidé colocar el separador en el libro, olvide a Balzac en la cocina y al numero de la señora esa en un auto ajeno... pero me acordé de Alma.