martes, febrero 01, 2005

ella y no yo

Justo cuando crees que te acercas resulta que te falta por brincar otro océano. Momentos antes de sentir la piel de su mejilla deduces que estás del otro lado del cristal. Te responde el frío de las paredes, el negro de tu risa y el continuo parpadeo de "bips" en tu teléfono. Levantas tu pierna lista para dar el "foetté" casi como si nada pesara, como si el aire estuviera a tu favor y luego regresas a la brillante duela sintiéndola desde la punta de tu nuca como un látigo de realidad. Los días parecen castigarnos a veces, parecen prometer cosas que nunca se cumplen ¿quien es humanista en estos tiempos? ¿quien se atreve a decir que no es indiferente? Siempre te estás llendo y hoy has notado que no puedes moverte; tus pies comienzan a latir con dolor y tu espalda se queja con la cama todas las noches. Tu baile es un ritual de apareamiento que ha quedado ridiculizado por todo el espacio vacío que te rodea; tu público de sombras y moscas no alcanza a percibir la naturaleza de tus giros.

Entonces te decidiste por generar humo. ¿Qué mejor que demostrar tu presencia con aros torcidos de humo? Pero ya dejaron de darte ánimos, es como un amigo que te abandona. Ya no te provoca emoción escuchar la chispa del encendedor, ya no te dan cosquillitas con la primer inhalación. Esperemos que la frigidez no abarque otros sectores...

Luego estás mejor, supones. Te acurrucas en el piso y te dispones a auto-abrazarte. Quisieras tener los brazos muy muy largos. Ojalá mañana.