viernes, mayo 13, 2005

fuera de lugar

Terminando al fin, aunque mucho me temo que esto sólo sea el principio. Es risible pensar que mañana me voy a levantar a las siete. Tengo la cabeza llena de nombres y de palabras que no uso casi nunca. Después de dos semanas de tragedias bibliográficas y desvelos he perdido toda perspectiva sobre la calidad de lo que escribí. Por alguna razón encuentro cierto descanso en estas líneas, más propias y honestas.
Mi cama se rehusa a recibirme, la he ido montando de artefactos varios de usos múltiples y de libros que al final no voy a ocupar ("ocupar" que fea palabra para referirse a un libro). No quiero desmotivarme pero hay pocas cosas que podrían levantarme el ánimo ahora... el café ya no es opción.
Tal vez la regadera. Ojalá quede un poquito de agua medianamente tibia. Ojalá no ahuyen los perros. Espero que no me maree en la carretera mañana. No estoy hecha para el traslado, y definitivamente tampoco para dormir menos de dos horas (ni yo ni nadie, claro). ¿Soy yo o me contagié? Me siento muy poco especial, me encantaría tener un planeta para mi sola aunque tuviera que compartirlo con un bahobab (¿asi se escribe?) como en el principito. Por cierto que la ciudad de Lyon no vale tanto la pena, sobre todo si uno viaja con poco dinero y con un acompañate que vaya de mal tercio... ¿porque hay un par de calcetines rallados en mi librero?