lágrimas artificiales
Después de un breve periodo de escasa visión y dolorosas gotas picantes, regreso. Me temo que estoy llegando a la edad en la que todas esos nombres de enfermedades, que antes me parecían achaques de hipocondriacas, me están haciendo quedar mal conmigo misma (ajustándome a la finitud real de todas las cosas) al incorporarlos en mi volcabulario cotidiano. Mi bolso de mano es ahora casi un nécessaire de "ñora" en el cual me ha dado por cargar gotas oculares, desinflamatorios, kleenex y toallitas húmedas (tan útiles a la hora de redimir una borrachera... keep them handy). ¿Qué sigue? por mi propio bien he dejado de usar las cremitas de noche y de hablar del spa como una alternativa de relajación; la sola mención de la palabra alternativa es suficiente indicador del problema psicológico que trastorna a las mujeres a partir de cierta edad (uno de cuyos síntomas he descrito anteriormente refiriéndome a la súbita incapacidad de utilizar el DVDs y otros electrodomésticos). Es posible medir la edad por la cantidad de medicinas que uno toma; la inminencia de la vejez se ilustra con las horas que se gastan frente al espejo; la ansiedad creciente se muestra en la búsqueda de alternativas... lo demás es sólo miedo a la muerte.
5 Comments:
Interesante, nunca lo había visto de esa manera... Si es eso, entonces soy toda una jovenaza!!!!! Mis treinta no son nada...
¿Cuál vieja? Eres una chavita... y lo serás siempre. ok? Besos mi leperuza.
No te preocupes Judith, la paranoia de la edad no es contagiosa.
Cariño, creo que "leperuza" y "chavita" suenan un poco a oxímoron no? Aunque todo es posible ;)
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