sala de espera
Eclipse entre el cabello que deshoja tu risa, mirando a penas en el resquicio de una boca emplumada con murmullos. Traes contigo el lastimoso embuste de aquellos tiempos en que se esperaba sentado, al alba, al tránsito de las hormigas, al embrión de otro día. Y sigues diciendo que yo entonces reía; te sueño como cuando eso que mirabas yo lo decía. Era mi piel la palabra y bastaban los poros para consuelo; un telar de enmendaduras hechas viernes por la tarde, con la lluvia paseando por nuestras telarañas. Terruños y obeliscos machacados con los dientes de tus sueños, valió la pena echar cenizas mientras cuentas las risas, mascullas los rasguños y meditas asteriscos. Vacilante el camino entrecruzado con cuatro por cuatro de los pares bicolor, casi monocromáticos del piso de ajedrez al infinito. Es esta la misma de entonces, ahora se espera de pie. Somos más los enfadados, en línea de viernes que nos moja como lunes ante el cielo baptisterio de impíos. Progenie ingrata viviendo en espera alineada, apretando labios cocidos de polvo, cautos, penosos, hormigas.
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