lunes, mayo 23, 2005

Migraña

Se te barren las espadas sobre lo que parecía ser un pacífico encuentro de miradas. Te entierras en la cal y en la arena dando órdenes para que te olviden después de unas horas. Quedaste quieto, mudo y ansioso; aún no se te llenan las manos de polvo. Te vas a quedar allí hasta que te miren, vas a detenerte de un milagro como árbol transplantado aorillado a rincones estrechos. Vas a resbalarte en la esperanza de que venga aquí sólo para mirarte. Dejaste pistas en el camino, migajas de aromas y sueños recurrentes para que se le alborote el polvo de sus días. No permitiste que te acomodaran, quieres estar así, en esta posición incómoda. Bailan tus ojos asoleados, parece que se cierran pero no quieres dormir, te mareas. Ahora prefieres pensar con los ojos cerrados, acostumbraste a tus labios a moverse y hablar y hablar y hablar aún después de que tu consciencia te deja. Vas a quedarte aquí mucho tiempo.
Empujas a la luz, cierras las cortinas de tu vista y pones un hueco negro de por medio. Así, de nuevo sientes que te vas quedando solo, pero te sobrepones pensando en la mirada de la reina de espadas. Como vacía de ritmo, húmeda y flotante en la esfera de tu vista... se aproxima. Duele el pedazo de tierra que te acoje, transpiras burbujas de arena y cal y canto y crecen ante tus ojos aquellos párpados que tanto conoces. Mravilla de las sombras, ante el sol que no refleja, el diluvio de espadas, hirientes y hermosas. Vas tronando los dedos que aún sientes hasta que se te mueve el cielo y caes tendido... a orillas de la gloria, eres olvidado.

1 Comments:

Blogger Abigail dijo...

Desde "El círculo perfecto" decidí prohibirme sufrir con películas, sin embargo mi masoquismo es en ocasiones suficiente como para soportar "la niñera anti-balas" (algo así era el título). De manera que siento que he perdido mi capacidad de juicio y por tanto dependo de buenas recomendaciones que siempre agradezco.

lunes, mayo 23, 2005  

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