miércoles, junio 22, 2005

densidad póstuma

¿De qué sirve homenajear a los muertos? ¿De dónde nos salen ideas tan malas?
Hoy se organizó una de esas "puestas en escena" de indecorosa y dudosa calidad bajo el pretexto de rendir un tributo a la desaparecida maestra de ballet. Mi ego lo disfrutó mucho, por comparación. Soy una horrible persona, pero es ya demasiado tarde para corregirme.
Habría que definir en primer lugar aquello que llaman "gracia" antes de aventarnos a robustas mujerzotas disfrazadas de pan de fiesta en tules y gasas vaporosas. Hizo falta el hielo seco en demasía, hizo falta contratar a un especialista en camuflaje de escenario, entonces sí no habría nada qué decir contra esto. Yo, por mi parte sentí mucha ternura por las buenas intensiones de todos esos padres de familia involucrados en el ballet poblano, sintiéndose una especie de "élite benefactora de las artes"; por otro lado no pude evitar conmoverme con la mirada de estremecimiento desplegada ante los esculturales cuerpos y poses tan clásicas y armónicas dignas de un curso de verano en el acua-aerobic´s más cercano (aunque me parece que ese género híbrido ha cesado de existir).
Agradezco este espacio de depuración inmediata ya que mi falsa mueca de aceptación no podía durar mucho más. Llevo una vida entera tratando de organizar mi mente para poder ser enteramente sincera (al menos con migo) pero este tipo de "producciones" despiertan lo peor de mí y me hacen sentir absolutamente hipócrita, y lo más horrible es que encima tengo que sentirme mal porque no pude aplaudir los esfuerzos de un conglomerado de "bailarinas" con las buenas y nobles intenciones de hacer un merecido homenaje.
¡Rigor!