Perlas azules
Llevaba mis canicas a la primaria en una caja de Chivas, nadie decía nada porque era muy linda (plateada con relieve) y a demás era el único lugar en donde cabían. Mi abuelo me enseñó a jugar una tarde en su cabaña de herramientas; me ganó la mitada de mis canicas y nunca me las devolvió, era lo justo. Después de su muerte esperaba al menos consolarme con la recuperación de mis canicas pero nadie las encontró; hasta la fecha sigue siendo un misterio el paradero de mis perlas azules.
Tenía once años cuando le dio el infarto. Me sentí culpable durante mucho tiempo porque no sentí ganas de llorar. Esa tarde me dejaron en casa de mis primos quienes tenían la comanda de distraerme... lo peor es que lo lograron muy fácilmente, como a la media hora ya estaba riendo.
Mi abuelo era pediatra y odiaba tener que inyectarme. Estaba convencido de que si lo hacía, yo lo recordaría con rencor, la triste verdad es que lo recuerdo muy poco.
De mi abuelo queda un sillón rojo, su foto de generación y muchísimas herramientas pintadas de amarillo para personalizarlas. Mi abuelo se me perdió en la memoria, decidí recuperarlo junto con mis canicas pero ahora que lo pienso tal vez nunca tuve perlas azules, tal vez con el tiempo me convencí de haberlas visto brillar; mi abuelo también parece brillar mejor en los recuerdos que me invento.
2 Comments:
Tenia rato que no te leia. Siempre es reconfortante hacerlo.
Te adoro mi amor, leerte es un excelente incio del fin de semana, de mi dia, estar contigo fue mi inicio...auqneu nunca inciare mi buena ortografia, no quiero me rehuso
TE AMO
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