jueves, septiembre 29, 2005

Caro Victrix

¿De quien aprendo la conducta apropiada? Suelo reír cuando la gente espera llanto y encojerme de miedo cuando a todos les da risa. Mi piel se despega de mí sólo en escasas ocasiones cuando puedo sentir que la comparto y en verdad cobra valor la compañía. Sin embargo hasta en eso no logro entender lo que se espera, lo que buscan... compartir no quiere decir vivir lo mismo, algo exactamente idéntico. De nada me sirve perderme de vista y confundirme con el entorno porque es visto como si intentara esconderme. Por no tener religión se me acusa de no tener dios, tómese esto como alegoría pero tristemente, también de manera literal. Uno no es, no se ve siendo a menos que se pueda anexar a símbolos, a circunstancias reconocibles. Me es imposible dejar de competir, dejar de intentar que me veas sin que tenga que pedírtelo, no quiero imaginarte compartiendo algo idéntico.
Bajo la obscura red de la pestaña
destella su pupila de deseo

(E.R.)
Lo mío se queda en eso; soy sólo erotismo sin concreciones. Vivo en el mundo de la pausa rodeándome de deseo. El fastidio sería ya sentir demasiado.

lunes, septiembre 26, 2005

...

La abuela murió. Podría decir muchas cosas por ella pero su pausa será en silencio; Debo asumir que ella ya no es a quien enterramos pero desde entonces no hago sino imaginar cómo se escucharía la primera pala de tierra desde adentro.
Tiene que haber algo más... ¿o no?

domingo, septiembre 18, 2005

¿para quién tu risa?

Hasta hace poco evitaba encuentros que ahora se han vuelto comunes y al mismo tiempo buscaba otros que en este momento son prescindibles. De pronto todo me da lo mismo. La normalidad no acaba de llegar porque nunca estuvo sólo que no queríamos darnos cuenta. He chocado tres veces, soy adicta al tabaco, a la cafeína y al chocolate, de niña estaba enamorada de Frank Sinatra (y todavía lo veo con respeto), tengo 19.5 kg. de menos...y yo me siento muy normal. La gente no me habla, a veces ni me miran pero creo que así son siempre sólo que a mí me ha dado por notarlo. Nadie sabía que todavía toco el piano, nadie sabe que prefiero el viejo testamento, nadie sabe que lo mismo me conmueve Brahms que una docena de trilladas rosas rojas, nadie sabe que me da miedo llegar a vieja y que me aterra quedarme sola.
Nadie acaba de enterarse de lo fácil que es hacernos compañía. Hace falta vernos más a los ojos, quedarse más tiempo compartiendo un silencio, darnos cuenta de que vivimos el mismo instante simultáneamente.
Ayer tuve un sueño revelador: tengo que cambiar todo.

domingo, septiembre 04, 2005

Abuela:

Abrí tus libros, arranqué tus líneas, robé tus memorias y deduje tu historia. Mendigué por tu presencia, te busqué en tu tinta y encontré que eres enorme. Allá desde donde nos ves somos nosotros los pequeños. Ojalá regresaras, quisiera que tus ojos hablaran tu encanto; hoy parece que mueres y parece que luchas. A veces creo que invado tus designios, a veces creo que me llamas que convocas que buscas que te escuchen. ¿Querías ser leída? ¿Querías que te encontrara? Te preocupaste por el mundo, soñaste que tu fe fuera contagiosa, te sentías bendecida con tu nieta pecadora. No soy tanta virtud, ni siquiera sé cómo hablarte al oído ahora.
No voy a llorarte, no voy a despedirte... no te vas y punto. Si he de ser egoísta si he de parecer una niña abrazada a tu pierna impidiendo que sigas tu camino, lo haré consciente y voluntariamente porque para eso soy tu único defecto. No eres la abuela de nadie más, eres mi abuela et ton sommeil est aussi le mien. No creo entender tu fe, no puedo ver lo que viste, he fallado en seguir tu escuela, no pude creer y la biblia sólo me cuenta historias tuyas. Pero a ti te creo; si hay dios sólo tú lo conoces, si hay fe está en tu inteligencia y si la vida nos prepara para morir es en esa cama y en este tu sueño en donde se realizan todas tus ilusiones.
Voy a esconder tus letras porque también son mías. Voy a guardar tus oraciones hasta que me sean propias e intentaré gritarte hasta que despiertes; que tus libros sangran y tus letras adolecen, que tu boca no habla y tu voz no bendice, que tus manos no se entrecruzan y tu andar se perdió en la sombra... que estoy sola de veras, que tu nombre es mi evangelio, que sin ti no tengo ojos y me quedo sin público, que nadie te ve como yo te veo. Nos parecemos, nos parecemos, nos parecemos, somos lo mismo... tanto tiempo sin saberlo y hoy te leo y leo y leo y me leo toda, me defines y describes. Ambas entintamos para no ser olvidadas y al menos eso podré prometerte, abuela rosa, que tu mente será mía para recordarte mientras te vivo.