sábado, octubre 29, 2005

"ayer" es una cicatriz

Alas teñidas con saliva, mis piernas. Dejé las uñas enterradas en tu nuca, armadas con su piel de durazno y encarriladas hacia el suave terreno detras de tus orejas. Hubiera querido cambiar el foco y poder verte porque ahora ya no me es posible renunciar a la luz de esa vela creadora de sombras entrelazadas y dibujante de barnices que cubrieron ojos. Techo de ambar, alfombra que crece como el pasto entre esas lajas que brincaba (una sí y una no), ramas de cabello entrándote, anudándote y dejándote quieto. Pero nunca has dejado de irte.
Intentaba convencerte de que existe algo detrás de mis costillas. Sé que no soy tu único cielo ni tu única vida, qué más quisiera que poder pedirte algo. No la busques ya, no la encuetres nunca; quédate conmigo bajo una montaña de omisiones y olvidos, quédate aquí aunque ausente y engrosado por silencio. Voy a construir más resbaladeros de miradas, te voy a llevar a donde nacen las cáscaras de mandarina para que veas que eso es lo que las hace oler. Podremos seguir llenándonos de tu puerta cerrada y de salidas intempestivas. Yo no puedo quedarme, no puedo estar triste en tus almohadas: quédate tú.
* * *
Había una hoja sobre el pavimento haciendo el mismo viaje cíclico al rededor de una alcantarilla. Un reflector intentando llegar al cosmos chocó contra el humo de los coches y mostró su estela de niebla gris. Estaba esperando que regresaras, sintiendo cada vez más claramente el espacio que ocupo. Conocí los límites, aquello que me separa del resto del mundo, supe hasta dónde llego: en dónde empiezo y en dónde termino... estuve completamente sola por unos segundos, sola como nunca, experimentando las voces ajenas en la misma tecitura que la música y que el sonido vago de la hoja arrastrandose por el piso. Creo que no me moví, creo que dejé de respirar como aquella vez cuando siendo niña me negue a despertar. Recordé la vieja pregunta de "¿cuánto dura un instante?" y senti la respuesta; me sentí mundo, espera, ausencia... estaba sola, junto con todos los demás.

miércoles, octubre 19, 2005

"esa canela de sombra"

El nudo de pies fríos encadenándose en abrazos volátiles ha desnudado una memoria muy viva que ya daba por muerta. He acentuado cada parte de mi piel intentando hacerme parte de la distracción que hoy te acomete; he querido ser en piernas y dedos, desparramando cada palabra como si fuera la última. Has de saber que ya no importaba ser de plástico, que me hubiera gustado al menos poder existir de esa manera pero mis labios no convocan sino silencios amargos, llenos de la sal que quedó desde esas últimas lágrimas.
Le anexo otro papelito a la tumba de Cortazar conociendo su exilio y doliéndome la mezcla de sus sílabas. ¡Cuántos idiomas pueden conocerse en un beso!
Eras quien ocupaba las siete letras de mi nombre, quien encerraba al día justo antes de que anocheciera. Aleteamos tanto que levantamos mucho polvo y hoy ya no nos vemos. Como si acabara de cerrar la puerta con escándalo, como si hubiese escupido a lo más sagrado o lanzado dardos venenosos a tu espalda compartida: hoy me he quedado sin derechos.
Me voy, pero me queda la arrogancia de haber sido una reina; de haber podido conocer las escaleras hacia tu alma y haberme combinado por momentos brevísimos con la canela de tu sombra.

sábado, octubre 08, 2005

El mundo es de mi tamaño.

(La lluvia se me ha metido hasta en los zapatos; sé que hay muchas situaciones peores y sin embargo este embarazoso aspecto de fideo fuera de contexto me parece atroz.)
¿Cómo se puede concebir siquiera que alguien como yo pueda ayudar a cualquiera? ¿De qué forma podría yo serle útil a alguien? Recientemente escuché a una amiga mía quejándose de sus alumnos de prepa que osaron preguntarle "¿y a mí para qué diantres me sirve la literatura?" entiendo el desconcierto que puede generarnos esta suerte de cuestionamientos pero creo que justo ahí radica la tremenda importancia de la literatura: no tiene que servir para nada (!). ¿En qué momento se nos ha metido en la cabeza la noción de que toda disciplina debe proveer resultados cognoscibles, transmitibles y buscar la alcanzar la aberrante categoría de "verdad absoluta"? Para algunos puede resultar contradictoria mi postura actual, siendo como soy completamente cartesiana, sin embargo y a reserva de una posible retractación posterior, puedo afirmar en este momento que no hay nada más diluible y cómodo que las artes.
La literatura es tan fija y estable como cualquiera de nuestras "convicciones". Es así como uno no puede evitar la contaminación (si queremos verlo como algo negativo) en nuestro sistema de todo el resto de los sistemas. Aquí el único límite es, y aquí vuelvo a Descartes, la Razón (sí con mayúscula). Me explico: si todo aquello que creemos se convierte en un terreno inestable y resbaloso, en cualquier momento podemos admitir dentro de nuestros esquemas incluso a nociones absolutamente contradictorias con respecto a las originales nosotros no somos sino un "patchwork" terrible (y perdón por el anglisismo) al estilo Frankenstein gritando a nuestro creador para que nos aclare algo sobre nuestra identidad. Buscamos en la basura y entre los muertos con esperanza de que la genética o la teoría de la personalidad avance un poco más ya que nuestros gritos nunca son escuchados más que por algunos resquicios de místicos.
Nos es muy fácil concluir con la hermosa y democrática afirmación de "todos somos únicos y distintos" lo que a la manera gringa ha degenerado en toda una serie de categorías (WASP, spiks, etc.) mismas que han llevado a algunos a pensar en el relativismo como la mejor vía de convivencia (¿alguien le ha preguntado a los Kurdos su opinión al respecto?). Pero, a ver, aún si somos extremistas en ese sentido y llevamos al relativismo a su máxima expresión inevitablemente terminamos en el mismo terreno resbaloso de la indeterminación. Pongo un ejemplo: las vanguardias.
Para algunas vanguardias, como el dadaísmo, el punto innovador y trascendental, en su literatura al menos, era el sin-sentido. Aquí, y sólo aquí, haré referencia a Lukacs por ser quien supo deconstruir esas pretensiones de innovar diciendo que si las obras literarias debieran optar por el sin-sentido el significado de todas ellas vendría a ser exactamente el mismo en cada uno de los casos: el sin-sentido. Por lo cual aún cuando la pretensión fuese crear obras cada vez más experimentales y distintas a las anteriores a través del más subjetivo de los sistemas que pudo ocurrírseles encontramos que es precísamente allí (en lo más subjetivo) en donde los seres humanos tenemos más cosas en común.
Lejanos están los tiempos en donde podíamos creernos mitos personales del tipo "no hay nadie como yo". Sí, por supuesto que es imposible encontrar una réplica exacta de cualquiera de nosotros a lo que me refiero no es a lo evidente, a todos los aspectos en los que nos fijamos usualmente. Tenemos que virar nuestra perspectiva y dejar de ver sólo lo que en nosotros hay de diferente porque eso no ha generado otra cosa que genocidios, discriminación, megalomanía, holocaustos, etc. etc. etc.
Desde aquí ayudo no con la lástima de siempre, no con una bolsa de arroz ni con una conversación de repudio al gobierno... ofrezco mi total empatía y siento, no podría no hacerlo, simultáneamente mis pies igual de mojados.