jueves, marzo 08, 2007

estrategia

Eres una muchacha en flor, de las que uno siempre busca hacer reír: una de esas carcajadas simétricas, justo en el tono limítrofe entre lo discreto y lo estruendoso. Consigues hacer girar todas las cabezas hacia ti mientras paladeas tus labios con suave timidez. Batir pestañas, aplaudir, cascabelear rizos...lo dominas. ¿Porqué nunca se atora la comida entre tus dientes? ¿Es que acaso tu cabello no amanece como flores de panteón a medio noviembre, tejiendo una fibra marrón remojada en aguas amarillas? ¿Porqué a tus manos no se les resecan los nudillos?
Antes de alcanzarte se evaporan las vanidades mal fundadas (la mayoría) y cada uno de los intentos por convertirnos en mariposas. Porque si hay una silla desatornillada tendrá que ser aquella en la que me siente y si se cuelan las moscas siempre van a dar a mi mesa. Porque mi perfume siempre desaparece después de media hora y nada funciona para domesticar a mi cabello. No hay estrategia suficiente ni paz en los intentos, porque la perfección es cuestión de suerte y dependerá eternamente de espectadoras envidiosas.

viernes, marzo 02, 2007

de fumar y otros menesteres

Yo también fui de las que dicen que fumar adelgaza. Tomaba una taza de café bastante cargado y le daba "sorbos" al cigarro esperando el milagroso acontecimiento. De alguna misteriosa manera, todo el humo que me metía provocaba espasmos chispeantes en mi bajo vientre; de tal forma que, luego de una ansiosa espera, surgía desde lo más profundo una imperiosa necesidad de visitar el "tocador" --y quien diga que no quería saber tanto sólo absténgase de imaginarlo.
Tocador: palabra mística y eufemismo para describir un noble sitio. ¡para qué simplificar una visita por demás menesterosa, cuando podemos aprovechar la estancia acicalándonos frente al espejo? ¿Porqué no convertir la rutina en un ritual de perfumados polvos, aceitosas cremas y ríspidos cepillos? todo por la maravilla inusual del "retoque". Se me ocurre de pronto que llamarlo "tocador" resulta inexacto por ingenuo; se infiere que una acude para, por vez primera en el día, dar ese toque de apelmazamiento cutáneo; la realidad aporta otros datos, comprobando que entre retoque y retoque se nos olvida hace cuánto se gestó el "toque" primero (y se complica si se considera a cada variación del tema inicial como una obra enteramente nueva...). El "toque" y el "retoque" despliegan a demás otras posibles interpretaciones, pero dejemos por el momento la otra connotación obvia y polvorosa de los términos sólo por no ser pertinente en este momento de lucidez insómnica.
Decía, pues, que el cigarro me llevaba por hipótesis erróneas.
1. No adelgaza, más bien "marchita" y, en mi caso, enfatiza el rasgo familiar del "culisequismo" (termino aglomerado de culo y seco, frecuentemente utilizado por la abuela, arrepentida por combinar sus genes con una familia que en vez de glúteos ostenta alforjas).
2. Las inminentes "ganas" por acudir al "re-tocador" eran más bien provocadas por la endorfina (es decir, el miedo a que me cacharan...)

Pero los placeres y delicias del buen tabaco nunca han estado basados en argumentos; uno se envicia y uno quiere más; y cuando preguntan, pues no hay más que decir: "fumo por lo mismo que todos los demas: vicio". Triste y simple.